Con mas de 4200 km de largo, Chile se encuentra dividida en diferentes regiones. Desiertos de sal, campos de géiseres, volcanes, lagos, glaciares inmensos y miles de islas.

El norte de Chile se despierta con una bocanada de vapor. Los Altiplanos, llanuras rodeadas de volcanes situadas a más de 3.000 metros de altura, muestran cada mañana un amanecer de luces y sombras. Los vapores del agua expulsada por el magma, crean montañas de humo y hermosas arquitecturas de minerales. La altitud se nota, el frío y la falta de oxígeno crean una atmósfera digna de admirar.

Tras alzarse el sol pinta de color rojo una llanura de rocas. Tonos intensos creados por la oxidación del hierro de las piedras, que en contraste con los cielos, volcanes nevados y lagos verdosos, crean un magnífico paisaje.

Cerca, un desierto blanco, brilla aislado en una gran depresión cerca de Atacama. Las aguas de las lluvias, se deslizan continuas por las montañas andinas hasta encontrar tierra firme, arrastrando en su camino cientos de minerales. Al quedar aisladas, sin escape, el sol comienza a evaporarlas, dejando ver un largo manto de sal. Los flamencos impasibles, comienza su rítmico movimiento en busca de los minerales de estas aguas estancadas.

Bajando de las altas llanuras, encontramos preciosas playas, dispuestas a ofrecer grandes olas para surfistas y hermosas vistas de los astros en noches despejadas.

En el centro, donde se aglutinan las ciudades más concurridas, se puede ver el mejor arte urbano del país haciéndose hueco entre montañas, lagos y volcanes. La capital, Santiago de Chile, tiene varios cerros elevados desde los que poder admirar toda la ciudad. Las vistas de los edificios atrapadas entre una hilera de montañas son increíbles. Si es al atardecer las vistas mejorarán de forma plausible.

Junto a la capital, se alza un pequeño pueblo costero alojado en las faldas de un cerro. Valparaíso, ciudad de colores, de música, de grafitis, una ciudad costumbrista. El ambiente relajado y los entrañables chilenos hacen que sea una agradable visita.

Tras descender hacia el sur, a través de cientos de lagos y volcanes, encontramos la isla de Chiloé, pieza central de un archipiélago con el mismo nombre y más de 9.000 kilómetros cuadrados de superficie. A lo largo de toda isla puedes ver asombrosas iglesias construidas íntegramente de madera desde el siglo XVIII. Cada una con su singular estilo, color y entorno.

Entre iglesias, aparece una de las más hermosas postales de Chile, los palafitos de Castro, con sus casas de infinitos colores, sus vigas de madera y un suelo volátil que cambia con la marea creando impresionantes reflejos.

Si nos aceramos a las orillas del oeste de Chiloé, desde el parque Tantauco hasta Ancud, podremos avistar numerosas ballenas que navegan a través de las aguas del pacífico, leones marinos y miles de pingüinos.

Cerca de la isla de Chiloé encontramos Puerto Montt, un pequeño pueblo costero que marca el inicio de una de las más hermosas rutas de América del sur, la carretera austral. Tras comenzar por unos cuantos kilómetros de reciente asfalto, enseguida topamos con lo que será nuestro compañero durante los más de 3.000 kilómetros de ruta, el ripio. Este camino será bruscamente roto por pequeños golfos de mar que lo hacen intransitable. Es por ello necesario atravesar unos cuantos kilómetros en ferry para poder continuar el camino. camiones, coches, motos, bicis y peatones…

Una vez avanzas la Patagonia se va haciendo visible. Comienzan las altas montañas y el clima se hace imprevisible. Frío, calor, nieve, sol, lluvias, tormentas, todo en un mismo día. Según los propios chilenos, verás las 4 estaciones en un mismo día.

En una de las entradas a la Patagonia se encuentra el ventisquero colgante en el parque nacional Queulat. Tras una pequeña caminata hasta lo alto de un mirador, quedarás perplejo ante una cascada infinita y gigantesca de hielo. Descansa y disfruta de las vistas. Es el comienzo patagónico que no ha hecho más que empezar.

Un detalle sorprendente que verás en todos los pueblos de esta zona de Chile son los carteles de evacuación por Tsunamis o volcanes. Todo esta organizado, ya son muchas las desgracias y por ello dotan de algunas soluciones para la población. Algunos de estos pueblos ya han sido reconstruidos tras la vorágine ocurrida por algunos volcanes vecinos. Este es el caso de Chaitén, que en 2008 tuvo que ser evacuada por completo tras la erupción del volcán homónimo. El pueblo tuvo que ser trasladado al pueblo vecino de Santa Bárbara, donde por cierto encontrarás una magmática arena negra, una de las playas mas bonitas del sur de Chile. A día de hoy, el pueblo de Chaitén está volviendo a su sitio y siendo reconstruido.

Descendiendo hacia campo hielo norte aparece la primera de las dos superficies más grandes de hielo patagónico. Ésta, con 4.200 kilómetros cuadrados de superficie, es una de las más turísticas por su fácil acceso desde Coyhaique.

Tiene una extensión de unos 120 km de largo en sentido norte-sur y de 50 a 70 km de ancho en sentido este-oeste. Los glaciares más importantes e imponentes son el San Rafael o el Glaciar Exploradores. Una pequeña ruta con crampones sobre su dermis de hielo te hará disfrutar de unas increíbles vistas.

Muy cerca, y compartido con Argentina, aparece el lago más grande de Chile, el Lago General Carrera, desenlace del triste destino del deshielo de los glaciares de la zona. Un brillante lago, donde a causa de los fuertes vientos y el desgaste del agua, se crean hermosas figuras y capillas esculpidas en la rocas de mármol. Este lago es digno de rodear a través del ripio hasta cruzar en ferry cercano a la frontera con Argentina.

Chile Chico marca el limite Chileno y traza el camino en linea recta hasta uno de los parques más bonitos de la Patagonia norte. El parque nacional Cerro Castillo se alza impresionante ante un valle encantador. Si el clima te lo permite, arráncate a ascender este magnifico cerro, las vistas desde arriba habrán merecido la pena. Alrededor de este parque se encuentra una de las mayores reservas de huemules. Ve despacio! Hay cientos de atropellos cada año y son pocos los que quedan.

De vuelta, y tras reconducir el ripio, tocará cambiar una rueda o ayudar a algún aventurero a cambiarla, es parte del viaje y no se libra nadie. Finalmente toca coger de nuevo el ferry, viendo como una hilera de impresionantes montañas van haciéndose más pequeñas en el horizonte. La más valiente se alzará por encima de alguna nube caprichosa sin ganas de alejarse. Será una panorámica digna de recordar.

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Viajamos alrededor del mundo descubriendo lugares y momentos junto a grandes personas con muchas historias que contar. Capturamos nuestra visión más personal y la reducimos a pequeñas historias audiovisuales. Este proyecto trata de acercar al visitante algunos de esos fragmentos y fotografías realizadas por el camino y que no podíamos dejar en el olvido.

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