Desde Hanoi a Ho Chi Min, una ruta de contrastes, donde se mezclan las selvas mas primitivas de Sa Pa y Tam Coc, con el salvaje movimiento de motos y vietnamitas en las grandes ciudades. Un recorrido por el país en moto, bici, tren y barco.

Todo gira entre el caos y la tranquilidad. Las ciudades más importantes cargan con la intensidad y el movimiento de miles de motos al unísono, y las zonas urbanas como Sapa, mantienen la calma y refrescan el país con sus miles de terrazas de arroz. Allí puedes respirar un Vietnam en calma, aunque la imaginación puede hacerte viajar al pasado y pensar que allí hubo una vez una guerra donde el silencio fue roto por cientos de balas.

Cerca de Sapa, en la aldea de Bac Ha, se puede encontrar el mercado étnico más importante del norte de Vietnam. Allí van a parar todos los lugareños a vender su ganado, verduras, comida, tabaco, ropa o cualquier articulo de necesidad. Los vietnamitas pasan el día cortándose el pelo en los varios puestos ambulantes montados para ello, o apuestan en una carnicería si son capaces de cortar varias piezas de un solo corte. Otros concentran su visita en labores comerciales, revisan el ganado, escogen la mejor vaca, perro, gallina y hacen la compra o venta tras negociar un buen precio. Las vestimentas en esta zona son un poco más peculiares que en el resto del país, usan telas más vistosas, gorros de tela de colores, olvidándose del típico gorro vietnamita que tantos turistas compran como recuerdo.

En contraste con Sapa, nos vamos a la costa. En este lugar se encuentra una de las 7 maravillas naturales del mundo, la bahía de HaLong. Un conjunto de montañas, saliendo del mar, que forman un paisaje impresionante. Reza la leyenda local que el Emperador de Jade envió una familia de dragones celestiales para ayudarles a defender su tierra. Estos dragones escupían joyas y jade, las cuales se convirtieron en los islotes que observamos a día de hoy. Es indispensable recorrer sus callejones a bordo de un barco y dormir en mitad de la nada con una paz inmensa.

Las ciudades de Vietnam, en cambio, son las que aguantan la intensidad y el caos del país. Es imposible describir la sensación de cruzar una calle en Hanoi o Ho Chi Minh, por muy pequeña que sea, con palabras.

Hay que estar, hay que vivirlo, solo mirando cara a cara a las motos podrás encontrar la forma de cruzar. O el mejor truco, si pasa un vietnamita, paso yo. Eso si, la satisfacción que consigues al llegar al otro lado tras pasar el mar de motos es, comparable con su gastronomía, un placer infinito.

Desde el Pho del desayuno a los cientos de tipos de rollitos diferentes que puedes comer, la gastronomía vietnamita es uno de los fuertes de este país. Manteniendo el estilo asiático de sus noodles o arroces, Vietnam utiliza como base sus pescados secos para crear algunas de las mejores salsas. Y el toque diferenciado de sus países vecinos es el lemongrass, una hierba aromática que aporta un sabor característico en la mayoría de sus platos.

Es sorprendente como en medio de una ciudad como Hanoi, entre el intenso tráfico de motos, puedes encontrar una pequeña isla de paz. Una vía de ferrocarril cruza toda la ciudad y lo hace dividiendo casas, calles y parques. Los niños juegan entre las vías, la basura se amontona en mitad de la supuesta “calle”. Los vietnamitas juegan agrupados y charlan sabiendo perfectamente que el tren solo pasa dos veces al día.

Uno de los medios de transporte más auténtico para recorrer el país es el tren. Una vía que recorre Vietnam de norte a sur encontrando lugares como Tam Coc, Hue hasta Ho Chi Min. Inmensos paísajes naturales y pueblos llenos de luz y color. Las montañas mantienen su forma característica y los valles se llenan de campos de arroz, un paísaje digno de admirar con tranquilidad.

Hoi Ann destaca del resto, siendo un pueblo muy pintoresco, donde además de disfrutar de sus colores o fotografíar sus miles de farolillos, puedes perderte por sus calles bicicleta en mano para descubrir la vida local a pleno rendimiento.

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Viajamos alrededor del mundo descubriendo lugares y momentos junto a grandes personas con muchas historias que contar. Capturamos nuestra visión más personal y la reducimos a pequeñas historias audiovisuales. Este proyecto trata de acercar al visitante algunos de esos fragmentos y fotografías realizadas por el camino y que no podíamos dejar en el olvido.

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